NO LO HAGAS. HOY: ETNIQUÉ?


Deco étnica, comida étnica, música étnica, bijou étnica...
                                               Pero... de qué hablamos cuando hablamos de lo étnico?

Este adjetivo viene de etnia (del griego έθνος ethnos, "pueblo" o "nación") y se refiere (no sin debate) al conjunto de personas que comparten rasgos culturales, lengua, religión, celebración de festividades, música, vestimenta, tipo de alimentación, Historia y, comúnmente, territorio. Por lo tanto, en sentido estricto, se puede decir que todos pertenecemos a una etnia. Remitiéndonos a esta definición, resulta un poco superficial y bastante simpático, el hecho de que para nosotros sea "étnica" la percusión que viene de Africa, la comida tailandesa y los tejidos peruanos. Es obvio que lo exótico es exótico sólo porque está lejos de nosotros. De la misma manera, un mate de calabaza tallado será un objeto de lo más étnico para, pongamos, un canadiense. Pero así son las cosas en este mundo en el que, obligadamente, nos situamos en un lugar desde donde miramos al resto.
En nuestra cultura, rodearse de lo étnico se asocia a la manifestación de un sentimiento cosmopolita y open-minded, también como muestra de poder adquisitivo y experiencia de mundo.  De hecho, históricamente, las familias más adineradas daban testimonio (bastante caóticamente) de sus viajes transoceánicos abarrotando sus mansiones de objetos de porcelana, marfil  y demases (varias de ellas son hoy en día museos). En el otro lado del espectro, en cualquier monoambiente de artesano mochilero suelen encontrarse tapices peruanos, palos de lluvia del noroeste y un aguayo (pero de los industriales) en alguna parte de la decoración.
Podemos decir que el término da para mucho, pero quedémonos en la decoración. En un mundo en el que los límites entre  lo genuino y lo comercial están tan mezclados no hay que dejarse engañar con espejitos de colores. ¿Te agrada lo exótico? ¿Te gusta estar rodeada de objetos provenientes de otras culturas? ¿Sentís interés por vivir el día a día rodeada de cosas que te remiten a otras latitudes? Bien, muy bien. Pero  cuidado, que no te den gato por liebre!

Algunas aberraciones decorativas étnicas de estos tiempos:

AFRICA MIA
Tu vecina o tu cuñada hicieron un curso de pintura en la biblioteca popular del barrio y, de un día para otro, se ponen a fabricar "cuadritos étnicos". Con africanas longilíneas  de coloridos turbantes y mucho naranja, a veces en absurdos trípticos que repiten la misma paleta hasta el cansancio. Es una pena, porque podrían utilizar las técnicas aprendidas en algo más original, no? Lamentablemente, esta modalidad ha tomado el carácter de epidemia y vemos estas "cosas que quieren pasar por Arte" en todas partes, desde el localcito más barrial hasta aquel más céntrico donde te lo quieren vender a precio dolar, pasando por esa maquinaria  estandarizadora llamada Falabella que siempre tiene algo lindo para vendernos, inspirado en alguna cultura  lejana y hecho invariablemente en China. Por favor, dejen a Africa (y a lo que Uds. piensan que representa a Africa) en paz. Madres, suegras: dejen de gastar plata en esas berretadas de mal gusto cuando quieren hacer un regalo "moderno" para la casa de los chicos.
Encima, siempre puede haber algo peor: si en lugar de pinturas, se trata de impresiones color  pomposamente enmarcadas y cuando el mismo tríptico, pero con garabatos, se presenta como "arte abstracto". ¡Huyamos!




ORIGINARIO FOR EXPORT




Una variante técnicamente simplona de lo africano es la copia de lo (que se piensa es) originario (tal y como se entiende comúnmente, sin entrar a hilar fino en una nomenclatura para destripar).
Por favor, enterremos a la guarda pampa de calle Florida (impresa hasta en cajitas de fósforos) de una vez por todas. ¿Hasta cuándo cualquier artesano sin imaginación y sin talento va a seguir explotando este diseño? ¿No hay ningún descendiente de mapuches que quiera cobrar derechos de autoría así se termina el uso y abuso?
Basta de esas figuritas zoomórficas (muchas veces impresas sobre apelmazados pedazos de tela o rústico papel reciclado) que no se sabe si son originarias de la cultura incaica o egipcia y que terminan metiéndose en la bolsa de los "diseños rupestres" (?). Tapices, cuadros, alfombras, almohadones, lámparas, no se salva nada. No importa si el origen de estos íconos es incierto, hasta el propio autor lo ignora. Para mayor muestra, les dejo las palabras de presentación de una de estas pintoras étnicas barriales: "Naci en Buenos Aires, hija y nieta de españoles, por eso amo a España como a la Argentina". Entonces, qué hacés pintando estas cosas? Una buena: arte inclusivo, cualquiera puede garabatear uno de éstos y sentirse artista.
Argentino: no caiga en la trampa, déjele estas cosas a los gringos. 






EL CLIENTE SIEMPRE TIENE RAZÓN


Si fue Utilisima la escuela de Arte de nuestro artista, si lo más lejos que viajó fue a Traslasierra, bueno, no es lo ideal, pero cómprele nomás sus obras de arte y cuélguelas en su living  étnico sintiéndose "moderna." Llene sin culpa la casa de artesanías de inspiración ecléctica (por no decir dudosa) compradas en la feria dominical de acá a la vuelta. Total, hay algo aún peor, de lo que no se librará aunque recorra el mundo: cuando el gusto deformado del consumidor modifica lo que podría ser arte autóctono genuino.
A unos pobladores originarios de alguna parte de Sudamérica, devenidos artesanos-comerciantes, alguien les dijo: "Pero... yo pensaba que Uds. no hacían artesanías con tanto color!". "Es verdad, señor, lo que pasa es que a los turistas les gusta así, bien colorido".
Si vas a Lima, no dejes de pasar por el Inca Market (sic) y otros shoppings autóctonos por el estilo, en cuyas puertas se agolpan los buses de los que bajan pálidos extranjeros jubilados del primer mundo. Allí abundan cómicos ejemplos de la mezcla cultural propia de la globalización, del étnico for export.
Es que los artesanos y artistas autóctonos se van adaptando al gusto del consumidor, sucede en el valle de Calamuchita (con sus muestras de arte rupestre que conviven con lo germánico), sucede con los europeos duendes de la Patagonia y en casi todo polo turístico del mundo: no se pone a la venta lo que fue transmitido tradicionalmente, lo que forma parte genuina de la cultura local, sino lo que se piensa que busca el turista/consumidor (como esos tanos disfrazados de gladiadores con brillos a la puerta del Coliseo que te cobran por sacarse una foto).
Uno regresa de viaje lleno de previsibles chucherías de origen cultural incierto, pero que coloridamente dan cuenta de que estuvimos donde todos saben que estuvimos.









 "The Indian Market" (Lima), antes de que arribe un bus cargado de gringos en busca de recuerditos nativos



TESOROS DE ULTRAMAR
Hace años que lo oriental (de la mano de la importación y de la difusión de una filosofía seudozen) se hizo presente en nuestros hogares, haciendo posible la extraña convivencia de elementos chinos, japoneses e hindúes, incluso sin que diferenciemos bien entre uno y otro origen. ¿Los ideogramas van para el costado o para abajo? ¿El elefantito tiene que mirar hacia la puerta para que no se vaya el dinero, o al revés? ¿Dónde meto la bola fascetada? ¿Llamadores de ángeles adentro o afuera de la casa? y, no será muy incómoda esa cama tan baja al estilo tatami? ¿Seguro que esta pipa de agua que estamos fumando no me va a drogar? y tanta vela y sahumerios por todos lados para crear un ambiente romántico mientras comemos sushi sobre la mesa ratona... no se prenderá fuego todo, estará fluyendo bien la energía? Bueno, suerte para nosotras que las expertas en Feng Shui están  dispuestas a venir volando a nuestro rescate.
Capítulo aparte merecen esos sitios donde te pueden hacer masajes, reiki, reflexología, lectura de la borra del café, acupuntura o depilación. Oficinas o garages en medio de la ciudad (en el mejor de los casos algún consultorio), con olor a incienzo mezclado con  productos de limpieza, sus fuentecitas eléctricas (artificiosas y de extremo mal gusto la mayor parte de las veces), un paragüero de chapa dorada contra la pared con un par de  largos juncos secos adentro, su lámpara china de papel o esos cilindros espantosos con flores secas pegadas, su tapiz hindú de elefantitos. Es lo que hay, se valora la intención de hacernos sentir tan relajadas como si estuviéramos en una cabaña tibetana, aunque los bocinazos y frenadas se superpongan a los gongs.
Por si la imitación chabacana del ambiente oriental no hubiera hecho suficientes estragos, ahora se suma la moda de intervenir estos objetos e íconos que han recorrido medio globo hasta llegar acá. Elefantes de yeso decorados con brillantina por artesanas rosarinas, budas fluo en tiendas de diseño, los gatitos de plástico dorado que mueven el bracito como ícono... a estos se suman las étnicas zapatillas tipo Flecha forradas con aguayo andino industrial, matrioshkas en almohadones, repasadores y llaveros, Fridas y pajarracos sublimados a todo color hasta en aritos...  No se puede decir que falte creatividad! y es una muestra más de que el mundo es un pañuelo y de que todo tiene que ver con todo.



LA MODA NO INCOMODA
En la deco étnica también hay modas, quién lo duda. De esta manera, aparecen en el mercado (fogoneado por las revistas de decoración) adornos cuyo exacto origen y significado cultural desconocemos, pero que hacen furor; tal es el caso de las bolas ésas hechas con yute, lanas o forradas de semillas. Que yo sepa, nadie sabe qué simbolizan o para cosas sobrenatural pueden servir, pero me canso de verlas juntando tierra en sus bols en mesas ratonas de gente que pretende vivir aggionándose.
Otro ejemplo son los paneles orientales. A un amigo le cobraron una fortuna por un par de esos, enormes  e inmaculadamente claros (tan claros que no tapan la luz): tuvo que sacarles las pesadas varillas de abajo por el ruido que hacían con el viento y porque podía causar accidentes al querer ingresar al balcón. Encima no pegan con nada de lo que tiene en el living.
Algo similar sucedió con esa aberración de la decoración que son las cañas de bambú. A algún genio creador se le ocurrió que daban glamour oriental, que inspiran algún tipo de paz zen... y había que tragarlas hasta en hoteles 5 estrellas. Todavía queda algún vecino que no tiene mejor idea que decorar la terraza con esas cosas que se van deformando y torciendo a la semana de colocadas y que simulan el decorado de una obra teatral rasca situada en plena jungla. Un desastre similar a la moda del deck: muy canchero, muy oriental, pero si lo hacés de mala calidad, se te hincha toda la madera, te quemás las patas cuando hay sol, los niños se pueden lastimar y, encima de correr peligro de que se caigan para siempre las cosas entre las rendijas, quedan todas las colillas de los maleducados ahí abajo per secula seculorum; un asco.
Ahora están de última moda los mandalas, en todas las superficies posibles; claro, pero quién se acuerda del famoso símbolo del Ying y el Yang que marcó toda una época? Y los atrapasueños, de los que había que tragarse hasta las formas más rudimentarias y grotescas? Qué fue de los fanales de vela? Ni hablar de los hornitos para aceites aromáticos, hoy en día la señora se cansó y andan tirados en alguna parte de la casa, porque encima en cada día del amigo, de la madre o Navidad ligabas al menos uno.
La lista de recursos decorativos étnicos unidos a la moda es larga. En lo personal, recuerdo una pareja de alargados emperadores chinos que tenía mi mamá, emulando bananas enormes de marfil. Y los soldaditos de sombrero peludo que te traía alguna afortunada que había andado cerca del Big Ben. Y ni hablar de esos espantosos bibelots que, en triste copia de cerámica ordinaria y ribeteadas de dorado, ponían en graciosas poses a estilizadas campesinas europeas de otro siglo (NOTA: nótese que para nosotros lo europeo no se asocia a lo étnico, interesante!).
En fin... se ve que lo étnico ha dado y da para todo.



Espero que estos ejemplos hayan sido suficientes para ilustrar los pecados étnicos de los que es necesario escapar. En otra ocasión, vendrán los tips de lo que se puede hacer si de verdad queremos un ambiente cosmopolita que escape a los lugares comunes, las copias baratas (aunque cuesten un montón de plata) y las modas incoherentes. Nos vemos!

PEQUEÑOS OBJETOS VINTAGE

Pequeños re ciclajes.
Un envase en desuso, ilustraciones llegadas de otro tiempo, un poco de color, un dibujito... y en la ruta de nuevo, uniendo lo viejo y lo de más acá.

BANDERINES MINI


MATERIALES
Hilo de algodón (tipo piolín)
Papelitos de colores (de revistas, folletos, etc.)
Cola de pegar
Tijera

 Pasos (no se asusten si les parece demasiado difícil ;)
Armar el banderín pegando los triangulitos (de unos 2 o 3cms. de lado) en torno al hilo. Jugar con el color según lo que se quiera decorar (de los fluo a los pasteles, pasando por los texturados). Este puede ser liso, o en caso de preferir un color se puede sumergir un rato en témpera o cualquier otra sustancia que coloree. Se puede plastificar con la cola de pegar, así queda más rígido.

Usos
En el primer ejemplo, sirvió para tapar la rajadura de lado a lado que tiene el espejo. En el segundo caso, para complementar con color el rinconcito de la caja reciclada. En ambos casos, acompañan otros objetos infantiles y retro, para lograr ese ambiente de desvencijado circo que tanto me gusta y completan espacios  que ya existían. A mí estos banderines me fascinan, si fuera por mí...los pongo en toda la casa!


NOTA: en esta última foto, el espejo proviene de la calle. Y sobre la biblioteca se pegó una ilustración oriental, comprada en una casa de artística. El lío de papeles al costado, es obra de esta redactora.


RINCONCITO VINTAGE EN EL BALCON



Lo que siempre permanece es el cambio. En este caso, tras muchas vueltas, este rinconcito del balcón se rearmó a partir de objetos encontrados en la calle o reciclados.
La base: cajon de madera (tipo cómoda) hallado en la calle, maderas de pallet, cajas de videocassettes y libros antiguos. Sobre ésta, se reunieron objetos de origen diverso tales como latas recicladas (pintadas con acrílico o latex), bazar en desuso (encontrados en la calle, rotos), jarros de chapa enlozada, y macetitas de souvenir pintadas. La coherencia fue dada por el color celeste turquesa (de neto corte vintage) con el que se pintaron un par de objetos y las maderas, con un toque de desprolijidad (tienen una mano de barniz al agua para proteger). Se eligió una combinación con magenta, en objetos y aun en las flores. Se completó con un par de objetos retro, colgados en broches de madera pegados con adhesivo a los ladrillos. Se completó con un cuadro bien clásico que tapa un poco lo simple de la base del cajón de madera.